Monday, March 7, 2016

2016: Año bisiesto. ¿Qué podemos esperar?

El 2016 es un año bisiesto.  El calendario nos regala un día adicional.  Este día se añade al calendario para corregir el desfase que existe entre la duración del año trópico (365 días, 5 horas, 48 minutos y 10 segundos) y el año calendario.  El concepto de año bisiesto fue introducido primeramente por el emperador Julio César y perfeccionado 1,500 años después por el calendario gregoriano, el cual utilizamos hoy día.  La ocurrencia del año bisiesto se calcula cuando el año es divisible entre 4 o entre 400 (ejemplo 2016 – 16/4).  Si el año es divisible entre 100, no es bisiesto.

Por supuesto, no faltan los agoreros que ya anuncian la ocurrencia de eventos terribles durante el año bisiesto. ¿De dónde sacan esas cosas? Si siente curiosidad, les invito a visitar el portal de Google donde encontrará la razón de ser, el significado de la palabra ‘bisiesto’ y el origen de asociarlo con la desgracia. También encontrará una lista de los males acaecidos durante esos años. Lo exhorto a no desenfocarse, también hallará que han ocurrido cosas buenas los 29 de febrero. Todos los días de Dios ocurren cosas agradables y desagradables.

Desde un tiempo a esta parte vienen ocurriendo una serie de cambios que afectan la vida de todos los pobladores del mundo. Por tanto, es una magnífica oportunidad para darle un vistazo al panorama político, cultural y económico de Puerto Rico y de Estados Unidos. Debo aclarar que no soy analista de política pública, aunque me gusta el tema en su esencia misma. Yo enseñé política de los negocios por varios años en la Universidad de Puerto Rico. Las políticas, sin importar la naturaleza de la organización, son herramientas muy útiles para el ejercicio de una sana administración. Sirven como guía al pensamiento y a la acción de los tomadores de decisiones. Nunca deben cambiarse de forma arbitraria y deben darse a conocer al resto de los miembros de una organización (desde los niveles más altos hasta los más bajos). Las estrategias que los líderes establecen tienen que estar atadas a las mismas. Mis análisis parten de las noticias y los comentarios que veo y escucho a través de los distintos medios de comunicación. También saqué mucha información valiosa de los ensayos y libros escritos por expertos en política pública, como profesores universitarios, exgober-nadores y otros expertos en esa materia. Todas esas cosas, mezcladas con mis experiencias y sazonadas con los eventos históricos y los análisis bíblicos-teológicos me permitieron elaborar un “sancocho” al estilo dominicano.

Reconociendo que las personas de nuestros días no son dadas a la lectura, sea por falta de motivación o de tiempo, decidí publicar mi análisis en tópicos cortos, de manera que pueden descargarlos al celular y leerlo sin problema alguno. No soy exhaustiva, no se trata de un libro de texto. Mi deseo es estimularlos a entender la realidad en que vivimos.  

¿Qué podemos esperar que ocurra durante este año bisiesto?  Lo estaré cubriendo en mi próxima intervención.

Saturday, January 9, 2016

Estoy de regreso...

La última vez que escribí en este mi blog fue el 13 de junio de 2015. ¡Cómo pasa el tiempo! Nada malo aconteció que me impidiera escribir. Es la pausa que experimentamos todos los escritores y de los que en general, nos alimentamos del arte. Les ocurre a los más brillantes y famosos hasta a los aficionados. La inspiración se agota y el creativo deja de ver cosas diferentes detrás de un bello amanecer o deja de arroparse con la melancolía que produce un atardecer. Las visiones se apagan y los sueños escasean. La música deja de estimular los sentimientos. Las musas se ocultan dejándoles su lugar a una gama de recuerdos que no siempre edifican.

Lo mejor para detener el desenfreno de la improductividad es dejar que el tiempo transcurra. Siempre supe que me retornaría el deseo de escribir y si como dicen mis lectores es Dios quien me lo ordena, entonces no hay quien me lo impida. En fin, estoy de vuelta. Sin embargo, al sentarme a escribir me tropecé con el problema de no saber por dónde comenzar. La experiencia que experimenté compara con el ama de casa que, dominada por la vagancia que produce la depresión, deja de recoger y limpiar su casa. Todos los días se tira como una papa en el sofá a ver televisión, levantándose solamente para satisfacer sus necesidades corporales. El asunto es que el sucio y el reguero se siguen acumulando mientras que sus energías mentales y físicas van disminuyendo al punto de no quedarle fuerzas ni para levantar un papel del piso. También suele sucederle a la gente dentro del contexto de su trabajo. Hay tareas que nos resultan antipáticas o muy dificultosas realizar. Postergamos las mismas hasta un día cuando llega el lloro y crujir de dientes. Algunas personas pierden sus trabajos npor esa manía de postergar las cosas.  En mi caso, no sufría ninguna penalidad por no escribir, pero me estaba perdiendo la bendición de servir de bendición a otras personas. Tuve que orar para que resurgiera en mí ese deseo de compartir a través de la escritura mis conocimientos, alegrías y penas. Le agradezco al Señor que pusiera en el corazón de tantas personas piadosas interceder por mí en cuanto a este asunto.

No es mucho lo que ha pasado dentro del contexto puertorriqueño desde el pasado mes de junio de 2015. La crisis económica sigue subiendo de tono a pesar de los intentos de los políticos por suavizar la situación. Lo más triste es que continúa el aumento en la emigración de puertorriqueños y de otros extranjeros, quienes ya habían hecho su nido en esta Isla, en busca de mejores condiciones de vida en otras partes del mundo. Sufrimos tanto los que se van como los que nos quedamos. Los que se van sufren el alejamiento de sus familiares, amigos y hermanos de fe. La añoranza que precede a sus mudanzas dura un tiempo bastante largo. Muchos saben que es poco probable que regresen. Los que nos quedamos, especialmente los ancianos, nos preguntamos ¿cuándo los volveremos a ver? Cuando vienen de vacaciones los recibimos con alegría y cuando se marchan, los despedimos con lágrimas, aunque sabemos que están mejor donde ahora viven.

Por experiencia sé lo que sienten los emigrantes. Adaptarse a una nueva cultura y cambiar de estilo de vida es todo un reto que toma tiempo. La soledad inicial que experimenta todo emigrante ya no es tan dura como antes gracias al internet y a los adelantos en la comunicación, como los teléfonos celulares. De ahí la importancia de que todos aprendamos a utilizar la tecnología en forma apropiada. No es difícil aprender a usar la tecnología y tampoco es un asunto de edad. Mientras tengamos vida podemos aprender y mientras tengamos voluntad propia podremos evolucionar.  El ser humano es nómada por naturaleza.  Estamos de paso por esta vida, aunque nunca nos mudemos de vecindario.  En un mundo tan cambiante como en el que vivimos, no podemos aferrarnos a nada.  Solamente la fe en nuestro Señor Jesucristo nos garantiza una ciudadanía eterna.

¡Hasta la próxima!

Saturday, June 13, 2015

LA MORAL, LA ÉTICA Y LO QUE LE PASA A PUERTO RICO

En una ocasión conocí una pareja de novios, quienes vinieron a verme a mi oficina. Luego de los saludos de rigor y sin yo preguntarle, me indicaron que ellos eran católicos romanos y que no tenían intención alguna de cambiar de religión. Sin embargo, querían que yo los casara. Aunque de inmediato supe la razón detrás de su deseo, les pregunté por qué no se casaban en su iglesia.  La respuesta fue sencilla. El hombre era divorciado y su párroco no podía ni quería incumplir la ley de su iglesia, no obstante, ellos querían recibir la bendición matrimonial. Eso me abrió las puertas para entablar con ellos un diálogo abierto, pero de mucho respeto, sobre lo que para mí significaba tomar esa decisión. No entré en ningún tipo de discusión teológica ni defendí ni ataque las doctrinas que suelen separar a la iglesia cristiana en todas sus vertientes. Me concentré en mis principios éticos y morales, los que me llevaron a no acceder a los deseos de esa pareja. Más allá de una cuestión de ceremonia religiosa, la decisión conllevaba hacer una distinción entre lo que uno quiere hacer, lo que uno puede hacer y lo que uno debe hacer. Esto cae dentro del marco de la filosofía y aún de la propia teología. En momentos como los que vivimos en Puerto Rico, resulta un imperativo que la gente comience a prestarle atención a los principios de ética y moral que rigen la sociedad.
 Algunas personas piensan que las palabras ética y moral son sinónimas. Parten del argumento de que la palabra ética proviene del vocablo griego ethos, mientras que la moral proviene del vocablo latino del mismo nombre. Otras personas, como yo, pensamos que son diferentes aunque están íntimamente relacionadas. La ética (ethics) estudia las acciones humanas con el fin de determinar su rectitud. Intenta definir la conducta ideal que debe exhibir un ser humano. Los planteamientos nacen de unas preguntas básicas para determinar si lo que uno hace es bueno o malo:

  • ·        ¿Tiene algún valor lo que hacemos?
  • ·        ¿Quién le asigna ese valor?
  • ·        ¿Forma parte de los deberes establecidos por una institución o sociedad?
  • ·        ¿Es importante lo que hacemos para lograr la felicidad?


 El idioma griego hace una distinción entre dos tipos de ética que no logra hacer el idioma español. Hay una ética asociada con el carácter y otra asociada con la moral. Esa última se basa en las costumbres. Los griegos le dieron más énfasis al asunto del carácter el cual aplicaron a lo político. El concepto de moral de los romanos era relativo y se basaba en los valores que dictaban la conciencia. No se complicaban la vida como los griegos. Fue la iglesia cristiana la que más contribuyó en la elaboración del concepto de la moral, lo cual hizo partiendo mayormente de la teología del apóstol Pablo. Los teólogos cristianos comenzaron a visualizar la moral como un elemento de carácter universal a partir del pensamiento de Pablo, quien escribió que Dios esculpió su ley en el corazón de todos los seres humanos.
El asunto del desarrollo de los conceptos de la ética y la moral es mucho más complicado, pero el corto resumen que les ofrecí me ayuda a dos cosas:

Primero - para explicar el por qué me negué a casar a la pareja de mi ilustración. Según mis principios, la pareja atentaba contra la moral (convertidos en dogmas) de la institución a la cual decía pertenecer. El acto de ellos aceptar ser católicos los obligaba a cumplir con sus dogmas. Si yo accedía a su petición, faltaba a la ética por cuanto me hacía cómplice de su acto de inmoralidad.
Segundo - como introducción a mi reacción a la carta escrita por el Papa Francisco a los obispos boricuas para que éstos no se involucraran en asuntos de política porque los desviaba de sus funciones de predicar el evangelio. De hecho, el Arzobispo de Puerto Rico, Roberto González, reaccionó a la misma diciendo que “la patria no es una ideología….idiologías (añadió) son las opciones y las tendencias políticas” (El Nuevo Día, 11 de junio de 2015, página 10). Estoy muy de acuerdo con lo dicho por el arzobispo.  El arzobispo se refiere al involucramiento que debe tener la iglesia dentro de la sociedad que lleva a cabo su ministerio. No obstante, entiendo que en ocasiones ese líder religioso ha cruzado la raya de separación que debe existir entre la iglesia y el estado.

Creo que el Papa no entiende muy bien la cultura de nuestro pueblo. Comprendo su preocupación por defender la institución religiosa la cual preside. Pero en ese afán, pasa por alto que el evangelio lucha en pro de la libertad, la justicia y el bienestar de los pueblos. Eso mismo acontece con la gran mayoría de los líderes de las demás denominaciones cristianas. Por temor de caer en la partidocracia que satura nuestro ambiente, se abstiene de hablar sobre tales temas. Para cumplir con su encomienda profética, la iglesia tiene que levantar su voz y contribuir al debate político no partidista (en el idioma inglés se conoce como “policy making”) de los pueblos. En ese sentido, la iglesia tiene un deber tanto ético como moral con la sociedad. Una iglesia silenciosa se hace aliada de los poderes destructores de la sociedad. Jesús fue perseguido por los planteamientos que hacía. Su mensaje fue diáfano y totalmente revolucionario. Sin quitarle mérito a su sacrificio por nuestra salvación, fue llevado a la cruz por esa causa. A sus discípulos les pasó lo mismo. Cada vez que abrían la boca, se formaba un revolú. ¿Cómo podemos hablar de moral cuando permitimos la explotación? ¿Cómo hablar de ética si cuando vemos las injusticias sociales miramos hacia otro lado y no la denunciamos por temor de ser perseguidos?

Yo faltaría a mi sentido de moral si dejo de declarar que Puerto Rico ha vivido por siglos bajo un brutal cautiverio. No hago hincapié en la libertad política (ese es un tema que no nos une en estos momentos), sino que hablo de un pueblo que vive cautivo del miedo. La mayoría de nuestra gente tiene incrustada en la mente la frase del “no se puede”, lo que la empuja al conformismo. Nos han metido en la cabeza de que somos un pueblo “mantenido” que no puede valerse por sí mismo, cuando en realidad somos un pueblo explotado. Dentro de nuestro pueblo siempre ha habido mucha gente talentosa y llena de virtudes. Muchas de esas personas han puesto esos talentos y virtudes a la disposición de otros aún en menoscabo de los suyos. Por desgracia, algunos extranjeros se han aprovechado de la nobleza e ingenuidad de nuestro pueblo. Esto se debe a que nuestros detractores nos han hecho pensar que todo lo extranjero es mejor que lo nativo. Esto ha provocado que no valoremos lo nuestro y caigamos en la arrogancia publicitaria de que “Puerto Rico lo hace mejor”. Tal obstáculo impidió el máximo desarrollo del empresarismo local. ¡Y ni hablar de los impedimentos que nos han impuesto para el desarrollo de nuestra propia economía! Nosotros nos dejamos dominar y permitimos el desarrollo de la partidocracia que existe en Puerto Rico. Esa partidocracia es la que mantiene dividido a Puerto Rico y no le permite tener un norte común en la búsqueda de su bienestar. La partidocracia es la que le ha dado entrada a nuestro gobierno a un nutrido grupo de líderes descerebrados y poco éticos que han llegado al poder doblando brazos y rompiendo patas.  ¿Qué podíamos esperar sino el caos que nos ha sobrevenido?  

Sin embargo, aún nos queda la esperanza. Nadie, ni nada ha podido destruir nuestra identidad como pueblo. Dios, quien nos sostiene, ha hecho posible que todavía dentro de nuestro país se mantenga un grupo de personas conocedoras de diversos temas y quienes no doblan sus rodillas ante los poderosos. Los tales siguen luchando por erradicar a aquellos que tienen como único norte el mantenerse en el poder. Esos líderes están utilizando todos los medios de comunicación para mantenernos informados y orientados sobre temas que atañen nuestro diario vivir. Les recomiendo, además de orar y leer la Biblia todos los días, estar atentos a las noticias por diversos canales y medios, para abrir la mente a otras perspectivas. Tengo por costumbre escuchar a los analistas económicos y políticos, tanto neutrales como de las diferentes vertientes, para entender mejor sobre el drama socioeconómico que vivimos y evitar ser víctima de la partidocracia. Leo libros publicados recientemente, entre los cuales les recomiendo por lo menos dos de ellos:

                              Fonseca, Jay. Banquete Total: Cuando la Corrupción dejó de ser ilegal
                              Vélez, Gustavo. El Último Tarjetazo: De la Chatarra a la Oportunidad

Felicito a las iglesias que se han unido en este esfuerzo de orientar y ofrecer talleres y conferencias sobre temas que aunque no son de corte tradicional, son esencialmente bíblicos porque afectan nuestra vida diaria. La Biblia tiene espacio dentro del gran espectro del saber humano. 

Thursday, December 11, 2014

La Mejor Resolución para el Nuevo Año

Faltan pocos días para culminar otro año de nuestra historia. Las preguntas que casi todo el mundo nos hacemos al comenzar cada año son muy normales: ¿Qué podemos esperar? ¿Seguiremos con vida o moriremos? ¿Se acabará el mundo? ¿Se desatará la tercera guerra mundial? ¿Saldremos de la recesión económica o experimentaremos una nueva depresión económica? ¿Será este año mejor o peor que el anterior? Por esas inquietudes humanas es que se han popularizado tanto los programas de predicciones. Los psíquicos tienen un mercado asegurado.

Las preguntas anteriores nos exigen entender lo que significa una predicción. De forma simple, una predicción es una declaración que una persona hace previa a la ocurrencia de un evento. Las predicciones pueden ser científicas o seudo-científicas. En cuanto a las predicciones científicas, prefiero referirme a ellas como proyecciones. Los científicos recopilan datos y basados en ellos desarrollan unos indicadores. Tales indicadores los lleva a formular hipótesis las cuales no toman en cuenta variables desconocidas. Por lo tanto, su ocurrencia entra en la esfera de las probabilidades. En cambio, una predicción seudocientífica cae en la esfera de las revelaciones y las conjeturas.

Yo creo en las revelaciones que tienen fundamento bíblico-teológico. Por ejemplo, creo firmemente que nuestro planeta está herido de muerte, tal como lo indica el libro de Apocalipsis. Muchos científicos opinan lo mismo basándose en las señales de envejecimiento que ya son notables. Sin embargo, nada ni nadie conoce cuándo ocurrirá su destrucción. Eso es materia de conjetura. No es de persona sabia prestar atención a las conjeturas basadas en interpretaciones de sueños o “visiones” extrañas y personalistas. Según mis creencias cristianas, las revelaciones ya fueron dadas desde la antigüedad, siendo la más importante la que gira en torno a Jesucristo. No obstante, creo que Dios nos permite tener premoniciones. Una premonición es un presentimiento o un presagio de un evento futuro. Lo veo como una voz de alerta que nos ayuda enfrentar ciertas situaciones.  Casi todo el mundo posee esa capacidad extrasensorial de percibir lo que no podemos ver por medio de nuestros cinco sentidos, pero eso no ocurre caprichosamente. Por lo que no es muy sabio dejarse regir por los horóscopos, las lecturas del tarot y cosas similares. Todo eso cae en la esfera de la adivinación que podría verse como un intento fallido de entrar en la mente de Dios.

Aclarado lo anterior, me parece buen momento aprovechar la conclusión de un año para pasar inventario de las bendiciones recibidas en medio de las dificultades que enfrentamos. Además, es conveniente evaluar nuestras ejecutorias para determinar si fueron o no efectivas. Reconozco que para la mayoría de nosotros este año 2014 fue bastante difícil. Pero lo que pasó, pasó. El tiempo no vuelve atrás. Hubo que hacer de tripas corazones y muchas personas nos vimos obligadas a hacer limonadas hasta sin azúcar de los muchos limones agrios que recibimos. ¡Claro que sí!, algunas personas perdieron, otras ganaron, otras siguen vivas y otras no, pero los que sí, prevalecimos. Aún nos queda la esperanza. No debemos entrar en pánico ni abrigar falsas expectativas al escuchar el bombardeo de predicciones para este año. Nadie puede saber con exactitud los eventos, buenos y malos, que ocurrirán. Esa facultad solamente Dios la tiene. Aprendamos a vivir cada día como si fuera el último, pero planificando como si fuéramos a vivir muchos años más. Decir eso parece una paradoja, pero no lo es. Se trata de vivir sin miedos o afanes y a la vez evitando navegar por el tiempo como una embarcación a la deriva. Aceptemos nuestra realidad y pidámosle al Señor que nos brinde sabiduría para lidiar con ella.  

A TODOS MIS LECTORES LES DESEO UNA FELIZ NAVIDAD Y UNA EXTRAORDINARIA RENOVACION DE LA ESPERANZA PARA  ESTE NUEVO AÑO 2015

Thursday, November 20, 2014

DIOS NO NECESITA NUESTRA DEFENSA, SINO NUESTRA OBEDIENCIA

            Hay dos temas sobre los cuales debatir puede resultar peligroso: religión y política. Se necesita tener sangre fría para no caer en discusiones estériles y hasta llegar a ofender a la persona o personas contra las cuales debatimos. Ambos se basan en ideales y creencias, cosas a las cuales solemos aferrarnos con uñas y dientes. Pensé en lo anterior cuando vi un video que publicaron en Facebook en estos días para combatir la incredulidad de algunas personas sobre la existencia de Dios. Los comentarios me remontaron a mis tiempos de agnóstica. La religión no era santo de mi devoción y nunca presté atención a las defensas que la gente hacía en torno a su fe. Solía decir: “Cada loco con su tema”.
            Realmente nunca fui atea. Criada dentro de un hogar cristiano (católico), hubo ciertos valores que se grabaron en mi mente. Tenía que ir a la iglesia por obligación so pena de ser castigada por las monjas del colegio. Exceptuando las historias que hacían sobre la persona de Jesús y algunos santos, casi todos los dogmas de fe que enseñaban chocaban contra mi razón. Intenté en varias ocasiones verbalizar mis dudas. Con muy pocas excepciones, logré respuestas satisfactorias. Gran parte de las veces lo que lograba era un “detention” (me dejaban sin disfrutar del período del recreo). Mis compañeros y compañeras de clase no entendían mi insistencia en preguntar, eso era una tontería para ellos.  Experiencias como esa no solamente minaron mi interés por la religión, sino que me tornaron rebelde contra la misma. No fue hasta la edad de 33 años que mi sentir en torno a los asuntos de fe cambiaron radicalmente, convirtiéndome en una creyente. No obstante, llevo cuarenta y dos años practicando el cristianismo protestante y aún continúo cuestionándome muchos asuntos relacionados con la cultura religiosa o la cristiandad en todas sus vertientes.
            La duda de la existencia de Dios permaneció en mi mente aún después de acepar el cristianismo como mi regla de fe. Me cuestionaba si mi conversión había sido un lavado de cerebro. Todos los domingos me sentaba en los primeros bancos de mi iglesia esperando descubrir la razón por la cual lloraba cuando escuchaba los cánticos y el mensaje de la ocasión. Además, me convertí en una voraz lectora de la Biblia y cuando la leía, sentía una hermosa presencia dentro de mis ser que superaba mi entendimiento. Con el correr del tiempo, la duda se disipó. Tal parece que Dios no tomó mis dudas en cuenta por cuanto me llamó al ministerio pastoral. Pero este asunto me llevó a pensar que en definitiva, nuestra voluntad de creer o no creer en Dios (como acto racional únicamente) no constituye cosa prioritaria para ser objeto de la salvación. La propia Biblia dice que Satanás también cree en Dios, y tiembla. ¡Por algo será! Eso me llevó a un nuevo cuestionamiento. ¿Qué es la salvación?
La búsqueda de una respuesta racional satisfactoria a la pregunta anterior me metió en otro laberinto teológico y hasta científico. Para no ir más allá de una duda razonable, elaboré una respuesta que aún me parece convincente. Sencillamente, un día me acosté ignorando a Dios por completo y al otro día me arrodillé ante su presencia. Algo sucedió en cierto determinado tiempo y espacio que obró en mí el comienzo de un proceso de transformación, tanto en mi manera de pensar como de actuar. Yo estaba ciega y de repente vi la luz. Ese es un milagro que no tiene explicación racional.
            Mi conversión al evangelio fue de gran sorpresa para mucha gente, incluyendo mis familiares. Me relacionaba con personas que se consideraban ateos dentro de mi círculo familiar y de amistades. En algunas de nuestras reuniones cotidianas, el tema sobre mi inesperada creencia en Dios salía casi obligado. Algunos comentarios estaban destinados a burlarse de mí. Otros llegaron a carecer de respeto hacia mi persona y hacia Dios. Así pasó hasta que un día tomé la decisión de parar la gente en seco al declararles que, como todo el mundo, yo tenía derecho de creer en lo que me venía en gana. Expliqué que Dios no buscaba mi defensa de su persona, sino mi obediencia a sus mandatos divinos. Yo decidí obedecerle y nadie me apartaría de ese propósito. Mi fe no estaba sujeta a discusión, pero estaba dispuesta a compartirla. Fin de toda discusión.
            Si mi conversión fue un enigma, mayor lo fue mi llamado al ministerio pastoral. Me fue difícil aceptar la idea de tener que estudiar una maestría en divinidades para ser considerada como candidata al ministerio. Lo consideré como otro asunto de pura obediencia. Luego entendí su importancia. Debía prepararme para hablar sobre las cosas de Dios, incluyendo explicarles a los creyentes la razón de ser de los postulados de la fe cristiana. Decidí no inventar la rueda, sino de descubrir lo que otros habían escrito y continuaban escribiendo sobre el particular. La curiosidad siempre me ha acompañado y reconozco que fue uno de los móviles que tuve para cursar mis estudios teológicos. La experiencia inicial de estudiar en un seminario teológico fue para mí equivalente a entrar a un espeso bosque teniendo como única brújula la fe que el Espíritu de Dios había sembrado en mí. La travesía, aunque larga y trabajosa, fue maravillosa. Solamente puedo asegurar que esos estudios me ayudaron a comprender mejor mi fe. Los conocimientos que había adquirido en otras áreas seculares del saber humano quedaron también iluminados. Los seminarios teológicos no tienen como objetivo ni dar ni quitar la fe de sus estudiantes. Tampoco niegan el papel que juega la razón en el proceso de entender la fe, simplemente proveen herramientas muy útiles. Declaro que recibí respuestas bastantes asertivas a muchos de mis interrogantes en cuanto a las creencias, no tan sólo cristianas, sino de otras religiones. 
            La apologética es una parte primordial de la teología (ciencia que busca el conocimiento de Dios). Constituye la búsqueda de pruebas que le pueden dar validez y alabanzas a una persona o cosa en particular. En el caso del cristianismo, constituyen defensas a sus formulaciones doctrinales. El desarrollo histórico de la apologética es tan larga como la historia humana. No obstante, la apología cristiana comenzó durante el primer siglo de la era cristiana y fue formulada por algunos de los apóstoles, según atestiguan los escritos del Nuevo Testamento. Los primeros apologéticos lo fueron Pablo, Judas y Pedro. Estos defendieron el cristianismo de las acusaciones de los judíos. A partir de ese momento y a medida que el cristianismo avanzaba por el mundo entonces conocido, hubo necesidad de defenderlo de las amenazas de otros enfoques culturales. Es sumamente interesante estudiar ese desarrollo porque está íntimamente ligado a la historia humana. La literatura apologética cristiana nos ayuda a entender las luchas que ha tenido que librar la iglesia cristiana institucional (en todas sus vertientes) para mantener su permanencia en el mundo. Ese intento de explicar lo inexplicable (Dios y sus actuaciones) ha provocado un enorme divisionismo que da pie para que los ateos sigan proclamando que Dios nos existe. La pregunta obligada es: ¿Existe un solo Dios o estamos a merced de varios dioses que luchan entre sí?
            Todo permite indicar, y la Biblia lo confirma, que nadie conoce quien es Dios y mucho menos conoce sus pensamientos. Hablamos de lo que no entendemos con nuestra razón y lo hacemos partiendo de nuestras propias experiencias de fe y desde nuestro marco cultural. Dios respeta nuestras diferencias y está por encima de cualquier cultura, algo que no debemos olvidar so pena de juzgar a los que no creen como nosotros. No obstante, los que creemos en Dios solemos declarar que Él conoce a profundidad cada ser humano. Esa declaración que acabo de hacer le causó gran perturbación a ciertos filósofos existencialistas, como sucedió con Jean Paul Sartre, quien visualizó a Dios como un fisgón. Cuando observamos todo lo malo que acontece a nuestro alrededor, lo normal es que uno se pregunte, ¿y dónde está Dios metido que permite esas cosas? Tal parece que Dios ve lo que sucede, pero prefiere mirar para otro lado y no involucrarse. Peor suele sucedernos cuando recibimos lo que creemos es una gran bendición de Dios y de repente la perdemos. ¿Se burla Dios de nosotros los humanos? Son preguntas existenciales que no pueden responderse con un simple cacareo teológico. No hay manera de defender a Dios y su manera de proceder. Los amigos de Job lo intentaron y lo que hicieron fue aumentar sus sufrimientos.
            La religión es y continuará siendo algo importante dentro de cualquier contexto cultural. Existe un movimiento ateísta en el mundo y quizá haya ganado adeptos, pero para mí, tal crecimiento no es significativo ni preocupante. Países como Rusia y China, inflamados por la ideología marxista, trataron de erradicar la religión y no lo lograron. A la postre, sus líderes tuvieron que hacerse de la vista larga y aunque bajo supervisión, han tenido que permitirle a la gente practicar sus religiones.
Si no mal recuerdo, fue Erich Fromm quien dijo que  la bondad o maldad de la religión es avalada por la gente. Esto es, una religión es buena si la gente la acepta. Pero me pregunto, ¿poseen los pueblos criterios adecuados para hacer tal tipo de evaluación? No lo creo. La gente está siempre a merced de sus líderes. Eso aplica a las organizaciones religiosas. Por esa causa me preocupa cuando un país mezcla su sistema político partidista con su sistema religioso o utiliza la religión para lograr amasar poder. El resultado es siempre el mismo: la guerra. Por eso siento preocupación por el llamado “estado islámico” compuesto por un grupo de insurgentes de algunas regiones de Irak y Siria. Esas personas, que ya suman alrededor de ocho millones, están dirigidas por unos líderes que proponen un gobierno teocrático dirigido por un califa. Su finalidad es controlar todo el Oriente Medio. Ni por un minuto vayan a pensar que se trata de un bonche de locos. Ese grupo está siendo expuesto a un proceso educativo bien articulado. Los ofrecimientos que hacen son excelentes para las personas que viven en ambientes caóticos y de extrema pobreza. El caos suele dar paso al establecimiento de las dictaduras. A ese grupo de personas se le inculca la importancia de la obediencia incondicional a Alá, nombre que los musulmanes le otorgan a Dios. Para los insurgentes, los judíos y cristianos somos infieles. Su objetivo no puede ser otro: destruirnos. Para los expertos en asuntos de política internacional, todo este asunto está matizado por los procesos macroeconómicos. Una nueva guerra es necesaria para fortalecer la economía capitalista. ¿Nos encontramos en la antesala de una nueva guerra?

Opino que los cristianos de este tiempo no debemos seguir luchando en contra de los incrédulos, sino prepararnos adecuadamente para combatir la nueva estratagema del maligno, quien utiliza la religión como instrumento de destrucción.  No se trata de creer en Dios, sino de creerle a Dios. Tenemos que retornar al estudio de la Biblia de forma sistemática, despojarnos de la comodidad, el egoísmo e individualismo que han sido fomentados por la cristiandad occidental y poner en práctica todas las enseñanzas de Jesucristo. 

Tuesday, November 4, 2014

EL PUEBLO EN LLAMAS

Llevo semanas leyendo y estudiando detenidamente el libro del profeta Jeremías, tarea que disfruto grandemente.  Como ha pasado con otros asuntos en mi vida, no creo que sea pura casualidad que se haya apoderado de mí esta inquietud. ¿Quién fue ese hombre y qué fue lo que dijo que me ha llevado a reflexionar profundamente sobre nuestro acontecer histórico? No es mucha la información que encontré sobre Jeremías. El Comentario Bíblico San Jerónimo nos indica que vivió muchos siglos antes de Cristo y que experimentó una de las más violentas crisis que sufrió el pueblo de Israel. Esa crisis alcanzó a todo el Próximo Oriente, por lo que podemos decir que tuvieron un matiz internacional (según los parámetros de aquel momento histórico).  ¿Cuál era el cuadro socio-político-económico de esa época?  Veamos:

·      El reino de Judá era gobernado por reyes ineptos y corruptos incapaces de leer los signos de los tiempos. Carecían de visión y, por ende, no identificaban correctamente su misión.
·       El pueblo sufría todas las injusticias y carencias materiales imaginables.
·      El ambiente religioso estaba saturado de falsos profetas. Algunos actuaban por ignorancia y otros por miedo. El poder de los gobernantes corruptos era rampante y el riesgo de ser victimizados era real.  Por tanto, la jerarquía religiosa optaba o por quedarse callada o por aliarse a los gobernantes corruptos. Como consecuencia, la práctica religiosa se limitaba a la liturgia externa, sin ningún sentido de profundidad.
·       El templo, supuestamente el lugar de adoración a Dios, se había convertido en un atractivo para el pueblo (era su orgullo) y centro de manipulación en manos de los gobernantes.
·       El país estaba asediado por varios imperios de turno, siendo Babilonia el más poderoso. Además, estaba rodeado de otras hordas que procuraban ocupar territorios para explotar económicamente a los habitantes de Judá.
·       Judá era vasallo de Siria, una nación que ya carecía de brillo. Algunos buscaban mantener esa alianza como una manera de mantener el statu quo. Otros, de manera increíble, buscaban alianza con Egipto.

En medio de ese patético cuadro de un pueblo en llamas, Dios levantó a Jeremías, así como otros profetas de su talla para advertirles a los líderes del país, a todos sus habitantes y todas las demás naciones que andaban por mal camino y debían cambiar de rumbo. Me atrevo a decir que el mensaje de los llamados profetas clásicos se convirtió en uno de carácter universal que todavía tiene vigencia. El ministerio de Jeremías se extendió por unos cuarenta años. Hoy por hoy es considerado el profeta más sensible al amor de Dios.  
Jeremías fue el mayor defensor del  movimiento yahvista. El yahvismo corresponde a una tradición escrita, cuyo proceso de redacción  tomó lugar durante el desarrollo de la monarquía davídica (entre los siglos X y IX a.C.). A esa tradición se le incorporaron unas reformas que surgieron de otra literatura que ha sido llamada por los exégetas como deuteronimista. Veamos a vuelo de pájaro las características más sobresalientes de la tradición yahvista:

  • A raíz de la nueva revelación divina, el grupo de teólogos yahvistas le asignaron un nuevo nombre  a la persona de Dios compuesto por palabras consonantes porque lo consideraron tan sagrado que no debía de pronunciarse. Con el correr del tiempo, se le asignaron unas vocales surgiendo el nombre de Yahveh.
  • A la persona de Dios se le quitó el ropaje mitológico que le fue asignado por los anteriores teólogos denominados con el nombre de elohistas. Se percataron de que Dios es poderoso y que ningún otro ser espiritual posee poder para cambiar sus designios.
  • ·A tono con esa nueva revelación yahvista, Dios se muestra accesible a la humanidad.
  • ·Exime a Dios de culpa por el mal. En cambio, descubre que los humanos son seres que aunque fueron creados a imagen de Dios, cayeron víctimas de sus deseos impuros y engañosas emociones. Por esa causa necesitan redención. La palabra se convirtió en un arma creativa en manos de Dios (Dios todo lo creó mediante la palabra y Su palabra es inquebrantable).
  • Se comenzó a ver a Dios como alguien interesado en la salvación de todo el mundo (Dios no hace acepción de personas). A partir de ese momento, el pueblo de Israel se entendió a sí mismo como pueblo escogido por Dios para dar a conocer esta gran revelación, Los patriarcas y Moisés formaron parte de ese proyecto salvífico inicial.
  • Esta tradición captó algo sumamente importante y que tiene vigencia para todos los cristianos. Esto es, Dios está siempre presente y operante en la historia. Por tanto, el Señor de la historia interviene en todos los asuntos que atañen la vida humana.

La tradición yahvista, como mencioné al principio, incorporó reformas de la tradición deuteronimista luego de la caída del reino de norte (Israel). Los hombres ilustres que sobrevivieron esa tragedia se dieron a la tarea de reformular el pacto que Israel había hecho con Dios. El pueblo de Judá quedó para dar testimonio de la existencia de un solo Dios dentro de un ambiente saturado de religiones que adoraban diversos dioses. Supuestamente, ese pueblo debió tener a Dios por cabeza. El rey de Judá debía tomar todas las decisiones partiendo de la voluntad de Dios. Para asegurar lo anterior, el rey de turno debía consultarles a los profetas designados para esos propósitos. Podríamos decir que los profetas ocupaban puestos de confianza que formaban parte del gabinete de la corte. Las consultas no se limitaban a asuntos religiosos, sino a la totalidad de la actividad de la vida del pueblo, lo que incluía cuestiones de política sobre la seguridad nacional. Como en realidad el rey tenía poderes absolutos, ¡ay de aquellos que se opusieran a sus deseos! Por eso existían tantos falsos profetas. Era altamente peligroso ser un verdadero profeta de Dios. Lea el libro de Jeremías sin utilizar gríngolas religiosas preconcebidas y verá la razón por la cual ese profeta fue perseguido, maltratado y encarcelado. Su comida diaria lo fue el sufrimiento de ver a un pueblo que al parecer le gustaba ser engañado. Su misión fue dura y como ser humano, muchas veces llegó a renegar de su llamado. Lo único que lo mantuvo en pie de lucha fue su vocación profética. Por desgracia, sus esfuerzos para evitar la destrucción de Jerusalén y las deportaciones de los habitantes a otros lugares, especialmente a Babilonia, fueron inútiles. Jeremías también sufrió esa tragedia. Sin embargo, aunque sus mensajes proféticos eran duros, también estaban saturados de esperanza.

El profetismo clásico perdió su vigor tan pronto ocurrió la destrucción de la nación judía. En el exilio nació una nueva escuela teológica conocida como sacerdotal, la cual tuvo la misión de juntar las piedras y reconstruir a un pueblo que, como bien explica el profeta Ezequiel, se había convertido en un valle de huesos secos. ¿Tiene el mensaje de Jeremías vigencia para nosotros en este tiempo? Juzgue usted mismo. No tiene que poseer un doctorado en teología para encontrarla.
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  • Puerto Rico está gobernado por gente inepta, no porque no posean estudios universitarios y/o inteligencia, sino porque carecen de visión y voluntad para doblegar sus intereses personales al bienestar del pueblo. Lo que permea en nuestro gobierno es la politiquería barata.
  • El pueblo de Puerto Rico viene experimentando una recesión económica desde el año 2006, pero las causas que ha dado lugar a este hecho vienen desde mucho tiempo antes. Cada día nuestro pueblo se vuelve más y más pobre. Sin embargo, el gobierno sigue formulando leyes para aumentar las contribuciones y para apretar a los pequeños y medianos comerciantes que luchan desesperadamente por mantenerse a flote. No obstante, el consumismo, impulsado por los grandes intereses económicos, sigue siendo la orden del día. Puerto Rico sigue siendo una colonia que ahora no tiene atractivo alguno. Todo el mundo lo entiende, pero el miedo a lo desconocido que le inculcan los poderosos y el odio que profesan sus detractores mantiene al pueblo paralizado, no permitiéndole que tome una decisión (sea cual sea) para resolver sus asuntos.   
  • Puerto Rico es el país, me atrevo a asegurar, que por pies cuadrados tiene más iglesias que en muchas otras partes del mundo. Todos sabemos que los puertorriqueños son muy religiosos. Sin embargo, desde finales del pasado siglo XX esa explosión religiosa no ha logrado detener la corrupción, la pobreza, las injusticias, el discrimen en todas sus dimensiones, la criminalidad, la ignorancia y muchos otros males. ¿No dice la Biblia que cuando aumenta el pecado aumenta la gracia? ¿Por qué entonces y específicamente la iglesia cristiana (católica, protestante y evangélica) está perdiendo miembros? ¿Por qué la gente no siente interés en escuchar los mensajes que sus profetas ofrecen? ¡Por favor, no pongan por excusa que Satanás es quien hace esa obra! Eso equivale a limitar el poder de Dios. Pregunta ingenua, ¿no será que estamos predicando mensajes encaminados a motivar el pueblo a adorar dioses en lugares altos?

¡Despertemos, hermanos y hermanas que nuestro pueblo está en llamas! Es tiempo de que la iglesia abandone las dos tendencias que la están arrinconando en el mundo: el intelectualismo sin espiritualismo (pura tradición) y el espiritualismo sin intelectualismo (pura emoción). Es tiempo de demostrar que Dios sigue siendo el Señor de la historia; que Jesucristo es el único y verdadero Redentor; que la Biblia no es un libro de magia ni de interpretación privada, sino un libro sagrado que hay que respetarlo y estudiarlo con profundidad dentro del marco de la realidad que experimenta en el mundo; que la oración dirigida por el Espíritu Santo es poderosa y eficaz; que el ayuno es un acto de humillación que se practica no para manipular a Dios, sino para trascender el materialismo; que la iglesia tiene que hacer visible su obrar en el mundo; que los dones del Espíritu Santo y la gracia de Dios hay que administrarlas bien; que aunque la iglesia invisible (compuesta por el conjunto de cristianos compuesto por aquellos que ya descansan en el Señor y los que hemos sido redimidos por la sangra de Cristo) es indestructible, no pasa lo mismo con la iglesia institucional. Esta última puede caer en el descrédito y la arrogancia que la lleva a su quebrantamiento y hasta su destrucción final. La historia da testimonio de lo que digo.

La gran mayoría de los puertorriqueños (incluyendo los cristianos) viven en el individualismo y duermen mientras el país se consume en las llamas de la crisis y los pesares. Como predicaba Jeremías, todavía hay oportunidad de que cambiemos nuestros caminos, nos salgamos fuera de nuestra zona de comodidad y atendamos las situaciones que nos aquejan en forma responsable.  

Friday, October 10, 2014

LA VENTAJA DE FRACASAR


Se pueden utilizar varias metáforas para describir la vida humana. Una manera de hacerlo es considerarla como una carrera que nos conduce a un destino final. Tal destino asume distancias y espacios diferentes para cada persona. Dado que casi todos queremos llegar a ciertas determinadas metas a lo largo de nuestra existencia, nos llenamos de ansiedades cuando vemos que el tiempo pasa y no logramos alcanzarlas. Es algo normal que nuestra autoestima se afecte por este asunto al punto que lleguemos a considerarnos personas fracasadas.   
          Detengámonos por un momento y pensemos en cuál es realmente nuestra meta final en esta vida terrenal. Si dejamos a un lado la fe religiosa, ¿acaso no es la muerte física? Eso suena fatalista y hasta nos lleva a perder los deseos de correr la carrera que tenemos por delante. Sin tener una fe trascendente de la cual agarrarnos, podemos llegar a la conclusión que todos los humanos, sin excepción, somos unos fracasados. Siempre terminaremos derrotados por la muerte. Bajo esas premisas, algunas personas sucumben a estilos de vida bizarros que terminan por destruirlas y por destruir el resto de la sociedad. Otras siguen luchando pero sin darle sabor a sus vidas. Debemos preguntarnos si realmente somos perdedores por el simple hecho de no alcanzar una meta soñada.   
Retomemos mi idea de ver la vida como una carrera. Al momento de comenzar una carrera, todo deportista se enfoca en ser un ganador. Dudo mucho que exista alguno que con alevosía y premeditación, quiera ser un perdedor. No obstante, es un hecho de que no todos llegaran a ocupar el primer lugar. Ahora les invito a meditar en una carrera desde la perspectiva de la fe que promueve el evangelio de Jesucristo. En este caso lo importante es mantenernos en la carrera y enfocarnos en llegar a la meta sin importar el orden de llegada. Según los diccionarios, los verbos ganar y perder son palabras antónimas. Sin embargo, desde la perspectiva de la fe trascendental ambas acciones son partes esenciales de un todo llamado triunfo. Eso lo dijo Jesús cuando explicó que él sería objeto de división en el mundo. Jesús pensó y actuó de manera diferente al resto de las personas de su mundo. Su filosofía de vida introdujo una nueva tabla de valores que chocaron de plano con los valores culturales de aquel entonces. Uno de esos cambios tuvo que ver con el cambio radical del concepto de la victoria. Los griegos y romanos eran excesivamente triunfalistas y los judíos eran vistos como perdedores por aquellos que los sometieron a su poderío. Pero Jesús les dijo: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 10:39). Dicho de otra manera, el Señor de la historia nos explica que muchas veces tenemos que perder cosas para ganar otras que son mucho más importantes y valiosas. Muy tristemente, en ocasiones ganamos cosas inútiles que a la larga nos llevan a perder cosas que por su valor eterno, valen la pena.  
Los libros que se han escrito para tratar el asunto del éxito no caben en un estante normal de una librería. Abundan las charlas, talleres y seminarios que tienen como finalidad convertirnos en personas triunfadoras. Algunos de estos libros y publicaciones tienden a minimizar a los que fracasan.  Los fracasados no solamente pasan por desapercibidos, sino que reciben un trato peyorativo dentro de las sociedades altamente materialistas como lo es la nuestra. Por esta causa es que la gran mayoría de las personas se abstienen de participar en proyectos nuevos. Sienten miedo de fracasar y eso los lleva a esconder sus talentos (leer la parábola de los talentos en Mateo 25:14-30).   
Dentro de una cultura que promulga el triunfalismo como la finalidad de la vida, todo anda bien en tanto y en cuanto las condiciones del ambiente socio-económico así lo permiten. Pero tan pronto comienzan a surgir problemas serios y la economía empieza a deprimirse, todo comienza a cambiar negativamente. Tales sucesos pueden llevar a  las personas de éxito a su derrumbamiento. Puede que se trate de un hombre de negocios que pierde una fortuna por razones fortuitas. Les sucede a las parejas que enfrentan divorcios. Lo leemos de artistas y deportistas que se ven sumidos en escándalos, en un político que se ve involucrado en un esquema de fraude, pueden suceder accidentes que trastoquen nuestros estilos de vida o inclusive, algunos personas acostumbradas a ganar mucho dinero, pero ahora viven en precariedad. Entonces es cuando comienza el proceso doloroso del señalamiento. Me pregunto: ¿Es que los fracasos nos convierten necesariamente en personas fracasadas? ¡Claro que no! Que tengamos una crisis económica y social no convierte a nuestro pueblo en un perdedor. Que tú hayas perdido tu casa porque no la pudiste pagar no te convierte en “homeless”. Que hayas perdido tu trabajo y no hayas podido conseguir otro en un tiempo razonable no implica que seas un don nadie o un gusano. Que nada de lo que haces parece dar resultado no implica que se acabaron las oportunidades. Lo que implica es que has sufrido un cambio que te está moviendo hacia otra dirección. Piensa en la siguiente realidad. El mundo se ha hecho relativamente pequeño debido al crecimiento poblacional. Lo mismo sucede con los recursos económicos, los cuales se han hecho extremadamente escasos debido a la explotación sin control de los mismos. Como resultado, tenemos que buscar nuevas alternativas para resolver nuestra crisis. El éxito no está en los logros, sino en la lecciones que aprendimos para hacerlos realidad. Esas lecciones son el resultado de los fracasos que experimentamos a lo largo de nuestras vidas. Ningún ganador logra la victoria hasta que no se arriesga a perder. Nuestros fracasos bien canalizados les proveen solidez a nuestra victoria.
Yo nunca he practicado ningún deporte, pero me gusta ver las competencias. En términos de las carreras como tal, estas se dividen en tres categorías:
Carreras de corta distancia. Aquí entran las carreras de 100, 200 y 400 metros. La máxima velocidad es lo importante. Los corredores tienen que mantenerse en su máxima velocidad si quieren ganar.
Carreras de media distancia. Hablamos de carreras desde 800 hasta 3,200 metros. Lo importante es mantener el ritmo durante la carrera. Se requiere una velocidad constante y no sufrir desgaste durante la carrera.
Carreras de larga distancia. Se trata de carreras desde 5000 metros hasta los maratones de 26 millas. La resistencia es lo más importante. A más larga son, mayores son los obstáculos que hay que superar.

La vida es una carrera que tiene sus duraciones y sus reglas. La Biblia dice que la vida promedio de un ser humano son 70 años y en los más robustos, 80. Por las razones que sean, algunas personas viven más años que otras. La muerte no escoge edad y solamente Dios sabe cuántos años tenemos para vivir. Tomando nuestro promedio de vida en esta tierra (somos muchos los que ya pasamos de los 70 años), podemos decir que nuestras carreras son de larga distancia. En este tipo de carrera no existe una pista uniforme para correr. Pasamos por zonas desérticas, montañas escalpadas, ríos crecidos, parajes cubiertos de nieve y tenemos que evadir muchos peligros. No podemos poner nuestra mirada en esas cosas, sino en la meta que nos espera. La consigna es la RESISTENCIA. Los obstáculos en el camino son muchos, pero el poder de Dios nos ayuda a superarlos. Nuestra misión en esta vida terrenal consiste en alcanzar una o varias metas intermedias sin que nos importe cuáles, cuándo, dónde, cómo y acompañado de quién las vamos a lograr. No hay metas pequeñas ni grandes. Todas son importantes para alcanzar el TODO. Tenemos que mantenemos dentro de la pista o de lo contrario perdemos. Una cosa que suena paradójica es que los corredores se van fortaleciendo a medida que van corriendo rítmicamente y a mayores son sus fracasos, mayores son sus oportunidades de alcanzar el éxito. Busque en la Internet las historias de las personas triunfadoras y verá que tengo razón. Esas historias están saturadas de experiencias de fracasos, grandes y pequeños. Ese descubrimiento demuestra que los fracasos no tienen por qué convertirnos en personas fracasadas. Aquellos que experimentan fracasos tienen una gran ventaja sobre aquellos que se jactan de no haberlos sufrido. Si fracasaste en alguna empresa o situación en tu vida, la experiencia se puede tornar en un trampolín para experimentar un camino mejor, a la luz de las experiencias vividas.  Solamente los que hemos fracasado conocemos el valor del triunfo.  El que de verdad fracasa es aquel que no se atreve a vivir y simplemente se conforma con existir.