Los pequeños
empresarios se quejan continuamente, y con toda razón, de la poca atención que
el gobierno les presta. Existe poca o ninguna ayuda para que se desarrollen en sus
actividades económicas, pero a la hora de exigirles el pago de contribuciones y
de cumplir con las regulaciones, los tratan de igual que a las grandes
corporaciones. Soy testigo de lo
anterior ya que por largos años mi difunto esposo y yo operamos pequeños
negocios. La razón para este descalabro descansa en la idea de que las grandes
empresas crean muchos empleos. La promesa de campaña de disminuir la tasa de
desempleo es común entre casi todos los políticos de cualquier país. No le
resto validez a ese razonamiento, pero ellos pueden incentivar las grandes corporaciones sin
descuidar los pequeños negocios. A la hora de la verdad, las grandes
corporaciones no son fieles a ningún país. Cuando las ganancias que reciben se
diluyen o ya no le son restables las operaciones, muchas veces salen del país, dejando
a su paso una estela de personas desempleadas. El efecto inmediato es
devastador para la economía, lo que me lleva a concluir que es mejor tener
cuatrocientos pequeños negocios operando con eficiencia dentro del país que una
empresa grande que emplee cuatrocientas personas. De hecho, un dato que casi nadie toma en
perspectiva es que los pequeños negocios representan el 79.3% de los empleos en
EUA y PR (1990-2007 Dept. Trabajo Federal) mientras que
las grandes empresas no llegan al 10%.
Pese a que las grandes empresas se benefician de economías a escala que
el pequeño comerciante no alcanza (como descuentos por compras en volumen), las
pequeñas empresas pueden abrazar mejor los cambios y el manejo efectivo del
servicio al cliente.
No obstante los datos anteriores, los
ofrecimientos que los políticos les hacen a los pequeños empresarios son
cosméticos y vacíos. Las estrategias que proponen se ven muy bien en blanco y
negro, pero en la realidad son inoperantes debido a múltiples factores que no
tengo tiempo ni espacio para discutir. Mi conclusión es que, dada esta
realidad, los pequeños empresarios tienen que buscar otra manera para funcionar
dentro de un sistema económico capitalista. Se hace necesario que los pequeños
negociantes aprendan a sumar utilizando el concepto de sinergismo de Albert
Einstein, de manera que 1+1=3. En otras
palabras, utilizar el concepto de redes de comunicaciones o de mercadeo, mejor
conocido en inglés como “NETWORKING”
y que hoy denominaremos como Sinergia de
Negocios. Eso es lo que ocupa mi atención en estos momentos.

En esencia, el concepto de networking es
tan natural como el proceso de comunicación al que todos estamos acostumbrados
desde que nacemos y desde que el mundo fue creado. Lo que realmente cambia es
el enfoque que estamos utilizando y hacia dónde queremos dirigir los
resultados. Hay muchos ejemplos de networking en la Biblia, aunque no se
identifican como tal. Tomemos el caso de Salomón. Los ancianos que lo
asesoraban y quienes a su vez estaban dirigidos por Dios, lo llevaron a crear
grandes relaciones humanas dentro de su ambiente. Se dio a conocer como un rey
poseedor de mucha sabiduría. Estas y otras de sus virtudes lo llevaron a
consolidar todo un reino, algo que su padre David nunca pudo lograr. Tenemos el
caso del patriarca José, quien fue llevado injustamente a la cárcel. Allí se
relacionó con personas muy influyentes, prisioneras por diversas razones. No
tuvo en cuenta su situación inmediata, sino que actuó de buena fe guiado por
los más altos principios de su fe. Una de esas personas fue quien lo introdujo
al rey. Igual suerte le tocó vivir a
Daniel. El caso de Nehemías es otro ejemplo de “networking”. Dios sabía que él
tenía buenas relaciones con el rey de Persia y por eso lo llamó para que fuera
a Jerusalén a levantar sus muros. Debido a su arte para relacionarse
públicamente, Nehemías logró reunir un grupo de personas con capacidades
empresariales como las suyas para realizar esa tarea. El mismo Jesucristo hizo
usó del networking. Envió a sus discípulos de dos en dos para que
dieran a conocer sus enseñanzas. ¿De qué otra manera se iba a propagar el
evangelio? De ahí la sentencia de Jesús cuando dijo: “Cosas mayores de las que
yo hago ustedes harán”. De eso se trata el networking, unir esfuerzos para
lograr cosas grandes. Si nos quedamos viendo nuestra pequeñez y lamentándonos
de lo que no tenemos, vamos a terminar sin hacer nada. Recordemos que si dos
personas deciden unirse para remar hacia un mismo lado, la fuerza que
desplegarán será mayor que la suma de las dos fuerzas por separado.

Los expertos en mercadeo dicen que el
setenta por ciento (70%) de los nuevos negocios se ganan por medio de las
relaciones personales. Una buena recomendación es una venta segura. Dice la
profesora Janet Figueroa que un buen contacto es mejor que cien prospectos. En sus palabras, la sinergia de negocios es
una estrategia costo-efectiva que da pie a nuevas oportunidades aumentando
exponencialmente el banco de recursos de cualquier negocio. El detalle consiste en que todos tienen que
estar dispuestos a contribuir y trabajar en partes iguales.
El pequeño comerciante, especialmente el
puertorriqueño, tiene que aprender a salir de su burbuja segura y de su actitud
de creer que no necesita aprender. No
podemos ignorar que vivimos en un mundo complejo, donde la tecnología cambia
las reglas de juego instantáneamente, dejando atrás al que no evoluciona. No es cuestión de aferrarnos a nuestro
bizcocho como un todo, sino visualizar que estamos dentro de una
repostería. La sinergia de negocios
permite que tanto negocios grandes, medianos y pequeños puedan unirse y compartir
una estrategia viable que los beneficie y que beneficie al cliente.
Este es el principio básico que Jesús no
dejó, que todos necesitamos el uno del otro y que juntos podemos hacer que 1 +
1 sea igual a 3.
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