Vuelvo al ataque pero esta vez con una
nueva encomienda. Nuestros hermanos
venezolanos y argentinos han desarrollado una táctica que me parece fabulosa
para protestar contra lo que ellos consideran son injusticias, el
cacerolazo. Yo he decidido adoptar la
táctica, por lo que me presto a darle un cacerolazo a la ignorancia.
Para este esfuerzo invité a mis dos
hijas, quienes no pusieron objeción alguna. Se trata de convertir la “educación
bancaria” (información) en acciones concretas dirigidas al disfrute de estilos
de vida y valores que traspasan las barreras culturales y económicas. Estas
barreras nos separan y nos llevan a la muerte espiritual, emocional y física.
Es tiempo de que aprendamos a tomar decisiones basadas en nuestra propia
conciencia sin ser coartados por aquellos que buscan su propio provecho o se
afianzan en sus propias creencias. No pretendemos establecer nuevas teorías, sino
analizar las ya existentes, y cómo éstas fueron implementadas en diversos
lugares del mundo. Trataremos de hacer nuestros análisis de una manera
sencilla. Nadie tiene que ser un experto para entender el mundo en que vive y
cómo protegerse de los males que nos agobian.
A partir de la década del setenta, el
mundo entró en un proceso acelerado de cambio. La tecnología ha hecho posible
la expansión de las comunicaciones. Las noticias corren a velocidad luz y nadie
puede ocultarse de ser captado por una cámara de celular. Pese a esta realidad, todavía hay líderes de
ambos extremos que intentan ocultar o disfrazar la verdad. Cierto es que la corrupción ha existido y
existirá, pero ahora resulta posible disminuirla si todos la denunciamos. Confieso
que en el pasado opté muchas veces por callar para evitar que me señalaran como
subversiva. Les pregunto: ¿No fue esa la acusación que los obradores del mal le
hicieron a Jesucristo? Jesús no fue a la cruz por ser religioso, sino porque se
atrevió a señalar la corrupción en sus diversas manifestaciones. Creo firmemente
que El murió por nuestros pecados, pero eso es un elemento de fe. ¿Y qué me
dicen de Pablo? Se enfrentó a la maquinaria política más grande de todos los
tiempos. ¿Por qué Mahatma Gandhi nunca se convirtió al cristianismo? El
respetaba las enseñanzas de Jesús, pero no podía entender que el Imperio
británico, compuesto mayormente de cristianos, mantuviera a la India bajo un
coloniaje opresor. Hay muchos otros ejemplos que ya señalaremos en otra
oportunidad. Lo que quiero enfatizar es que los movimientos de cambio son
iniciados por personas dispuestas dar el todo con el fin de alcanzar su ideal.
Las generaciones de este nuevo Siglo XXI
tienen acceso a una enorme cantidad de información. Es tanta esa información
que recibimos a diario que no la podemos procesar correctamente. La depositamos tranquilamente en nuestra
memoria interna. Por eso se llama bancaria. Es como tener carne en el
congelador. Para comerla, usted tiene que sacarla del congelador, adobarla y
cocinarla. Como eso no es cómodo, preferimos mantenerla así e ir a un
restaurante de comida rápida a comer basura. El problema es que el mismo frío termina por
descomponer la carne, como la inacción termina por hacernos conformistas y
hasta brutos.
Me pregunto qué vamos a hacer. ¿Seguiremos hablando de lo malo que
acontece a nuestro alrededor o tomaremos acción para denunciarlo? Cuando nos unimos y protestamos por las
injusticias logramos cambios. Las
protestas concertadas de un grupo de personas evitaron que un restaurante en
México fuera cerrado a causa del nepotismo y la corrupción de la hija de un
alto funcionario gubernamental. Hace
poco pudimos atestiguar el retiro de La Comay a pesar de haberse catalogado
como el programa número uno de la televisión boricua.
¡Bravo por esas personas que se atreven!
Yo ya tengo mi lápiz afilado.
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