En una ocasión conocí una pareja de novios, quienes
vinieron a verme a mi oficina. Luego de los saludos de rigor y sin yo
preguntarle, me indicaron que ellos eran católicos romanos y que no tenían
intención alguna de cambiar de religión. Sin embargo, querían que yo los
casara. Aunque de inmediato supe la razón detrás de su deseo, les pregunté por
qué no se casaban en su iglesia. La
respuesta fue sencilla. El hombre era divorciado y su párroco no podía ni
quería incumplir la ley de su iglesia, no obstante, ellos querían recibir la
bendición matrimonial. Eso me abrió las puertas para entablar con ellos un
diálogo abierto, pero de mucho respeto, sobre lo que para mí significaba tomar
esa decisión. No entré en ningún tipo de discusión teológica ni defendí ni
ataque las doctrinas que suelen separar a la iglesia cristiana en todas sus
vertientes. Me concentré en mis principios éticos y morales, los que me
llevaron a no acceder a los deseos de esa pareja. Más allá de una cuestión de ceremonia
religiosa, la decisión conllevaba hacer una distinción entre lo que uno quiere hacer, lo que uno puede
hacer y lo que uno debe hacer. Esto cae dentro del marco de la filosofía y
aún de la propia teología. En momentos como los que vivimos en Puerto Rico,
resulta un imperativo que la gente comience a prestarle atención a los
principios de ética y moral que rigen la sociedad.
Algunas
personas piensan que las palabras ética y moral son sinónimas. Parten del
argumento de que la palabra ética proviene del vocablo griego ethos,
mientras que la moral proviene del vocablo latino del mismo nombre. Otras
personas, como yo, pensamos que son diferentes aunque están íntimamente
relacionadas. La ética (ethics) estudia las acciones humanas
con el fin de determinar su rectitud. Intenta definir la conducta ideal que
debe exhibir un ser humano. Los planteamientos nacen de unas preguntas básicas
para determinar si lo que uno hace es bueno o malo:
- · ¿Tiene algún valor lo que hacemos?
- · ¿Quién le asigna ese valor?
- · ¿Forma parte de los deberes establecidos por una institución o sociedad?
- · ¿Es importante lo que hacemos para lograr la felicidad?
El idioma
griego hace una distinción entre dos tipos de ética que no logra hacer el
idioma español. Hay una ética asociada con el carácter y otra asociada con la
moral. Esa última se basa en las costumbres. Los griegos le dieron más énfasis al
asunto del carácter el cual aplicaron a lo político. El concepto de moral de
los romanos era relativo y se basaba en los valores que dictaban la conciencia.
No se complicaban la vida como los griegos. Fue la iglesia cristiana la que más
contribuyó en la elaboración del concepto de la moral, lo cual hizo partiendo
mayormente de la teología del apóstol Pablo. Los teólogos cristianos comenzaron
a visualizar la moral como un elemento de carácter universal a partir del
pensamiento de Pablo, quien escribió que Dios esculpió su ley en el corazón de
todos los seres humanos.
El asunto del desarrollo de los conceptos de la ética
y la moral es mucho más complicado, pero el corto resumen que les ofrecí me
ayuda a dos cosas:
Primero - para explicar el por qué me negué a casar
a la pareja de mi ilustración. Según mis principios, la pareja atentaba contra
la moral (convertidos en dogmas) de la institución a la cual decía pertenecer. El
acto de ellos aceptar ser católicos los obligaba a cumplir con sus dogmas. Si
yo accedía a su petición, faltaba a la ética por cuanto me hacía cómplice de su
acto de inmoralidad.
Segundo - como introducción a mi reacción a la
carta escrita por el Papa Francisco a los obispos boricuas para que éstos no se
involucraran en asuntos de política porque los desviaba de sus funciones de
predicar el evangelio. De hecho, el Arzobispo de Puerto Rico, Roberto González,
reaccionó a la misma diciendo que “la
patria no es una ideología….idiologías
(añadió) son las opciones y las
tendencias políticas” (El Nuevo Día, 11 de junio de 2015, página 10). Estoy
muy de acuerdo con lo dicho por el arzobispo. El arzobispo se refiere al involucramiento que
debe tener la iglesia dentro de la sociedad que lleva a cabo su ministerio. No
obstante, entiendo que en ocasiones ese líder religioso ha cruzado la raya de
separación que debe existir entre la iglesia y el estado.
Creo que el Papa no entiende muy bien la cultura de
nuestro pueblo. Comprendo su preocupación por defender la institución religiosa
la cual preside. Pero en ese afán, pasa por alto que el evangelio lucha en pro
de la libertad, la justicia y el bienestar de los pueblos. Eso mismo acontece
con la gran mayoría de los líderes de las demás denominaciones cristianas. Por
temor de caer en la partidocracia que satura nuestro ambiente, se abstiene de
hablar sobre tales temas. Para cumplir con su encomienda profética, la iglesia
tiene que levantar su voz y contribuir al debate político no partidista (en el idioma inglés se conoce como “policy
making”) de los pueblos. En ese sentido, la iglesia tiene un deber tanto
ético como moral con la sociedad. Una iglesia silenciosa se hace aliada de los
poderes destructores de la sociedad. Jesús fue perseguido por los
planteamientos que hacía. Su mensaje fue diáfano y totalmente revolucionario.
Sin quitarle mérito a su sacrificio por nuestra salvación, fue llevado a la
cruz por esa causa. A sus discípulos les pasó lo mismo. Cada vez que abrían la
boca, se formaba un revolú. ¿Cómo podemos hablar de moral cuando permitimos la
explotación? ¿Cómo hablar de ética si cuando vemos las injusticias sociales
miramos hacia otro lado y no la denunciamos por temor de ser perseguidos?
Yo faltaría a mi sentido de moral si dejo de declarar
que Puerto Rico ha vivido por siglos bajo un brutal cautiverio. No hago
hincapié en la libertad política (ese es un tema que no nos une en estos
momentos), sino que hablo de un pueblo que vive cautivo del miedo. La mayoría
de nuestra gente tiene incrustada en la mente la frase del “no se puede”, lo
que la empuja al conformismo. Nos han metido en la cabeza de que somos un
pueblo “mantenido” que no puede valerse por sí mismo, cuando en realidad somos un
pueblo explotado. Dentro de nuestro pueblo siempre ha habido mucha gente talentosa
y llena de virtudes. Muchas de esas personas han puesto esos talentos y
virtudes a la disposición de otros aún en menoscabo de los suyos. Por desgracia,
algunos extranjeros se han aprovechado de la nobleza e ingenuidad de nuestro
pueblo. Esto se debe a que nuestros detractores nos han hecho pensar que todo
lo extranjero es mejor que lo nativo. Esto ha provocado que no valoremos lo
nuestro y caigamos en la arrogancia publicitaria de que “Puerto Rico lo hace
mejor”. Tal obstáculo impidió el máximo desarrollo del empresarismo local. ¡Y
ni hablar de los impedimentos que nos han impuesto para el desarrollo de
nuestra propia economía! Nosotros nos dejamos dominar y permitimos el
desarrollo de la partidocracia que existe en Puerto Rico. Esa partidocracia es
la que mantiene dividido a Puerto Rico y no le permite tener un norte común en
la búsqueda de su bienestar. La partidocracia es la que le ha dado entrada a
nuestro gobierno a un nutrido grupo de líderes descerebrados y poco éticos que
han llegado al poder doblando brazos y rompiendo patas. ¿Qué podíamos esperar sino el caos que nos ha
sobrevenido?
Sin embargo, aún nos queda la esperanza. Nadie, ni
nada ha podido destruir nuestra identidad como pueblo. Dios, quien nos
sostiene, ha hecho posible que todavía dentro de nuestro país se mantenga un
grupo de personas conocedoras de diversos temas y quienes no doblan sus
rodillas ante los poderosos. Los tales siguen luchando por erradicar a aquellos
que tienen como único norte el mantenerse en el poder. Esos líderes están
utilizando todos los medios de comunicación para mantenernos informados y
orientados sobre temas que atañen nuestro diario vivir. Les recomiendo, además
de orar y leer la Biblia todos los días, estar atentos a las noticias por
diversos canales y medios, para abrir la mente a otras perspectivas. Tengo por
costumbre escuchar a los analistas económicos y políticos, tanto neutrales como
de las diferentes vertientes, para entender mejor sobre el drama socioeconómico
que vivimos y evitar ser víctima de la partidocracia. Leo libros publicados
recientemente, entre los cuales les recomiendo por lo menos dos de ellos:
Fonseca,
Jay. Banquete Total: Cuando la Corrupción dejó de ser ilegal
Vélez,
Gustavo. El Último Tarjetazo: De la Chatarra a la Oportunidad
Felicito a las iglesias que se han unido en este
esfuerzo de orientar y ofrecer talleres y conferencias sobre temas que aunque
no son de corte tradicional, son esencialmente bíblicos porque afectan nuestra
vida diaria. La Biblia tiene espacio dentro del gran espectro del saber humano.
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