Saturday, January 9, 2016

Estoy de regreso...

La última vez que escribí en este mi blog fue el 13 de junio de 2015. ¡Cómo pasa el tiempo! Nada malo aconteció que me impidiera escribir. Es la pausa que experimentamos todos los escritores y de los que en general, nos alimentamos del arte. Les ocurre a los más brillantes y famosos hasta a los aficionados. La inspiración se agota y el creativo deja de ver cosas diferentes detrás de un bello amanecer o deja de arroparse con la melancolía que produce un atardecer. Las visiones se apagan y los sueños escasean. La música deja de estimular los sentimientos. Las musas se ocultan dejándoles su lugar a una gama de recuerdos que no siempre edifican.

Lo mejor para detener el desenfreno de la improductividad es dejar que el tiempo transcurra. Siempre supe que me retornaría el deseo de escribir y si como dicen mis lectores es Dios quien me lo ordena, entonces no hay quien me lo impida. En fin, estoy de vuelta. Sin embargo, al sentarme a escribir me tropecé con el problema de no saber por dónde comenzar. La experiencia que experimenté compara con el ama de casa que, dominada por la vagancia que produce la depresión, deja de recoger y limpiar su casa. Todos los días se tira como una papa en el sofá a ver televisión, levantándose solamente para satisfacer sus necesidades corporales. El asunto es que el sucio y el reguero se siguen acumulando mientras que sus energías mentales y físicas van disminuyendo al punto de no quedarle fuerzas ni para levantar un papel del piso. También suele sucederle a la gente dentro del contexto de su trabajo. Hay tareas que nos resultan antipáticas o muy dificultosas realizar. Postergamos las mismas hasta un día cuando llega el lloro y crujir de dientes. Algunas personas pierden sus trabajos npor esa manía de postergar las cosas.  En mi caso, no sufría ninguna penalidad por no escribir, pero me estaba perdiendo la bendición de servir de bendición a otras personas. Tuve que orar para que resurgiera en mí ese deseo de compartir a través de la escritura mis conocimientos, alegrías y penas. Le agradezco al Señor que pusiera en el corazón de tantas personas piadosas interceder por mí en cuanto a este asunto.

No es mucho lo que ha pasado dentro del contexto puertorriqueño desde el pasado mes de junio de 2015. La crisis económica sigue subiendo de tono a pesar de los intentos de los políticos por suavizar la situación. Lo más triste es que continúa el aumento en la emigración de puertorriqueños y de otros extranjeros, quienes ya habían hecho su nido en esta Isla, en busca de mejores condiciones de vida en otras partes del mundo. Sufrimos tanto los que se van como los que nos quedamos. Los que se van sufren el alejamiento de sus familiares, amigos y hermanos de fe. La añoranza que precede a sus mudanzas dura un tiempo bastante largo. Muchos saben que es poco probable que regresen. Los que nos quedamos, especialmente los ancianos, nos preguntamos ¿cuándo los volveremos a ver? Cuando vienen de vacaciones los recibimos con alegría y cuando se marchan, los despedimos con lágrimas, aunque sabemos que están mejor donde ahora viven.

Por experiencia sé lo que sienten los emigrantes. Adaptarse a una nueva cultura y cambiar de estilo de vida es todo un reto que toma tiempo. La soledad inicial que experimenta todo emigrante ya no es tan dura como antes gracias al internet y a los adelantos en la comunicación, como los teléfonos celulares. De ahí la importancia de que todos aprendamos a utilizar la tecnología en forma apropiada. No es difícil aprender a usar la tecnología y tampoco es un asunto de edad. Mientras tengamos vida podemos aprender y mientras tengamos voluntad propia podremos evolucionar.  El ser humano es nómada por naturaleza.  Estamos de paso por esta vida, aunque nunca nos mudemos de vecindario.  En un mundo tan cambiante como en el que vivimos, no podemos aferrarnos a nada.  Solamente la fe en nuestro Señor Jesucristo nos garantiza una ciudadanía eterna.

¡Hasta la próxima!

1 comment:

Magdalena Ortiz said...

MI QUERIDA PASTORA...SIEMPRE CON SUS PALABRAS SENCILLAS PERO CONTUNDENTES. NO HAY NADA MÁS...SOLO ESA FE...

NOS AFERRAMOS A LA VIDA TERRENAL RESPONDIENDO A SENTIMIENTOS, QUE ES ALGO NORMAL, PERO TAMBIÉN A LA BÚSQUEDA DE SEGURIDAD EN ESA VIDA QUE ES TAN EFÍMERA Y DE COMPETENCIA, ELEMENTO QUE RESPONDE A ASPECTOS CULTURALES DE PAÍSES DESARROLLADOS. TODO ESTO SON DISTRACCIONES QUE NO NOS PERMITEN VER QUE DEBEMOS BUSCAR LA FELICIDAD MIRANDO HACIA ARRIBA. QUE LA FE QUE UD MENCIONA ES LO ÚNICO QUE NOS DA LA ESPERANZA....XOXO....